me pregunta el profesor,
si serán odios guardados
más puro rencor;
me lo dice apoltronado
tras los ventanales
mirando a la city
bajo el smog.
Su música es el optimismo
de misas y oficios que logra montar
sobre los presuntos culpables
que hacen de subalternos.
Y no lo veo yo como a persona:
cualquiera en su puesto haría lo mismo:
mirar para atrás
con la espalda pegada al muro.
Suenan afuera las sirenas,
estalla la guerra,
¿Que por qué exaltado estoy?
Hará falta temple.
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