Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

8 dic 2010

en los cch's


A los 80 presos chilenos que no tuvieron ayer la suerte de los mineros

Las peñitas servían en la práctica para que la juventud peque se viniera de júbilo épico con la voz martirizada de la Violeta. Se soñaban ahí con cachucha y estrella en la frente cuando lloraban y cantaban a Los Folkloristas. Los "dorados" y fundadores setentas con sus flamantes cch's, sus uam's y sus enep's, con todo y "autocrítica" (¡cómo si se pudiera arrancar uno desde el principio la determinación por el ser social!).

Una tarde, allá por la Martín Carrera, ocurría una de esas reuniones de Comité (enlace central de brigadas) en las que se arreglaba el mundo con argumentos y por medio de votaciones. Los regionales de la city detectaban el problema, lo analizaban, y el Comité elaboraba las tesis para cada situación. Después, a través del periódico y publicaciones extraordinarias, se "bajaban" las "líneas" hacia las bases de brigadas. En el mismo Comité se producían la mayor parte de los textos propagandísticos.

Aquella tarde el asunto versaba sobre el papel de las reformas educativas del gobierno de Luis Echeverría y el trabajo político en los cch´s. La luz brillante de diciembre pegaba sobre la tierra ocre de un cerro desgajado cuyo perfil se recortaba tras la ventana desde donde uno de los militantes más jóvenes vigilaba el movimiento en los pasillos del vecindario.

Comenzó un hombre robusto, de gafas pesadas y gruesas, mugrosas y opacas. El tipo fue al grano:

--Miles de estudiantes, decenas de miles de jóvenes bachilleres, se educan hoy en las instituciones universitarias del Estado mexicano (que no me vengan a mi con ese cuento autonómico) en la idea "naturalísima" de que Arnaldo Córdova, Adolfo Gilly y González Casanova son el marxismo. ¡Y qué más prueba para decir que nos están derrotando en el terreno ideológico sin que nosotros podamos hacer otra cosa que repartir volantes ilegibles a los que los estudiantes rehuyen!

Por la noche peleaba el Púas, ojalá que estos buenos para el rollo terminen a tiempo, pensaba el joven, no lo vayan a noquear esta vez, pus anda de pedo. En eso se asoma el brazo de Alma Rosa, lo conoce por sus vellitos, ya le habla, a lo mejor la invita por la noche, sólo así dejaría de ver pelear al Rupén. O a lo mejor en el hotel hay una tele...

Y en eso, una cita que el joven nunca supo de qué lado estuvo: uno de otras gafas la leyó muy solemnemente mientra el joven avanzaba con su mirada vigilante sobre las curvas de Alma Rosa. Ya ve que de muchacho uno en todo anda:

--Ojo --dice el orador en turno, todavía más robusto--, porque recién la saqué de la New Left, en eso andan...:
Lo que debemos advertir es que el ciclo internacional de conflictos sociales de fines de los años sesenta marcó el derrumbe de esa estrategia keinesiana dentro de países individuales y que el derrumbe del sistema monetario internacional en 1971 demostró que la crisis constituia el derrumbe de la era keinesiana a nivel mundial.
En esta época de ruptura sistémica general los gobernantes del capitalismo no han podido encontrar respuestas más creativas al derrumbe social mundial que la crisis misma, están dispuestos a escuchar cualquier conceptuación nueva que pueda ayudarlos a encontrar una solución. En otras palabras, les gustaría recurrir al resurgimiento de Marx para ver si pueden aprender algo útil... Usar a Marx no para promover la revolución sino para frenarla...
Al mismo tiempo dentro de las universidades , a resultas de una larga serie de demandas, esta misma búsqueda ha impuesto la creación de cursos oficiales, y aún carreras, de marxismo... Las luchas de los años sesenta transformaron la situación del decenio anterior, cuando sólo había un marxista prestigiado enseñando economía en una universidad norteamericana (Paul Baran en Stanford), de modo que ahora hay docenas de marxistas enseñando en universidades por todo el país, muchos de ellos con puestos de planta (Harry Cleaver, Una lectura política de "El Capital".

Esos silencios que se producían en determinados momentos en ese tipo de reuniones constituian una de las mayores fascinaciones del muchacho que hacía de vigilante. Cualquier cosa podría surgir de ellos, incluido uno que otro balazo. Así de caliente. Y ahora hacía de fondo ese silencio casi como un zumbido al bambolearse de Alma Rosa, ya de frente, recorriendo la vecindad en dirección suya.

Al final, Raúl, su ídolo, cerró como siempre un debate de varias horas. Chingones sus modales, su simpatía. Un cabrón bien fresco. ¡Cómo lo debe odiar la burguesía! Y más o menos dijo:

--No alcanzo a entender el sentido de ciertas intervenciones. ¿Qué importa si los muchachos se hacen una idea incorrecta de lo que es el marxismo si al fin abren su mente a la lectura y conocen por lo menos qué es ese marxismo, de qué trata? Era peor cuando esos muchachos miraban los libros sin saber qué hacer, y los eludían con gran sentimiento de inferioridad. El Estado como capital colectivo, el enemigo, ha tomado nuestras banderas y reforma su aparato con algunos de los instrumentos que expropió de las iniciativas proletarias. Eso hace un camino más largo, más complicado, más denso e intrincado, pero al final ellos mismos, con su inconsecuencia, irán mostrando qué son realmente, de qué están hechos. En tanto, estamos obligados a superar los volantitos y a elaborar las ideas con las que combatiremos a las cacas grandes de la democracia. Tenemos pues que superar el nivel de los manuales. A semejanza de los bolcheviques en los soviets aspiramos a tener una fuerza hegemónica en los cch's. Lejos de huir de la "trampa burguesa" reforcemos nuestro trabajo entre el nuevo proletariado intelectual que ocupa hoy, después de 68, el papel central en la lucha política y social.

Ahí no había aplausos. Alma Rosa salía ahora por el pasillo con un peinado recién hecho y una pequeña falda. El joven alcanzó a mirar cómo se trepaba en un auto y se marchaba. Se la había pelado. Tuvo tiempo de llegar a ver caer a Olivares con sus bucles de peinador. ¡Charros! ¡inche flaco! Si hasta pensaba ahora, en el dolor de su derrota, que el buen Raúl, su héroe, la neta se pasaba de optimista. Era buena persona con todo mundo y para él era como un padre, pero se pasaba de ingenuo. Y la muerte de los camaradas le irradiaba de fuerzas para seguir peleando. "¡Chale!", pensó el muchacho, y se quedó triste.

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