Me levanta la auto-estima tanto texto sobre la nada.
Pienso que mis cazadores andarían errados cuando me buscan quebrar/por cosas que de tan lejanas
ya fueron rearmadas. Como diría, pues, El Iguana: "¡A mi El Roto me pela tres quilos de verga!"
Igual que suele acontecer con los círculos concéntricos o los vagones interconectados; igual que las frías sensaciones que experimentamos al pasar de un canal a otro con el control en la mano.
Luego me miro por la tarde, amodorrado, un cuarto de hora antes del crepúsculo, atento a mi primer pensamiento del despertar de la siesta, y siempre tiene que ver con un cierto incómodo pudor respecto a haberme desnudado. O no es precisamente así como sucede. Más bien, primero, me pregunto si ya escibiría algo esa tarde. Luego viene el enfocar y ese sinsabor primero que se anticipa a las últimas adulaciones: "no, ni madres, estuvo bien, uno así es al diario. Déjese lo otro para los vinos de añejamiento".
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