colombiano aterriza en México.
Recibe aplausos del jefe de la policía, para quien el futuro, de aquí a ocho años, es este mismo presente pestilente que destapa en cada cloaca decapitados en manojos.
No dijo lo que dijo el jefe de la policía de pura casualidad y sin reparar en la presencia del asesor plenipotenciario, tan fiel representante del lado de "los buenos".
Incluso se refirió García Luna explícitamente a Colombia como un caso prolongado de guerra semejante del que se debería extraer todas las enseñanzas.
La nueva historia oscurantista de la guerra contra el Mal.
(y mientras, allá, el amancer ya es mediodía).
Los nuevos ordenadores al servicio del imperio yanqui ocultan que el conflicto "ya superado" en Colombia constituyó una guerra civil en toda su forma en la que los partidos y organizaciones de la izquerda democrática popular fueron suprimidos y exterminados durante la segunda mitad de los 1980 por la pinza mortífera que articularon las cúpulas del ejército y los grupos paramilitares al servicio de los finqueros.
El pueblo de México de hoy demostraría haber sido corrompido, además de una incoherencia completa con su pasado histórico revolucionario, de ponerse a la espera esos ocho años, para ver si al salir del túnel puede empezar a parecerse a la Colombia del policía Uribe.
 
 
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