Las viejas manchas de sangre aún están ahí, en el museo.
Decenios que se hacen el muerto.
Un olor de boca agrio se escapa de treinta ministerios.
En el Hotel Nacional tocan cuatro músicos difuntos
el tango de 1959, tarde tras tarde:
"Quizás, quizás, quizás".
En el murmullo de la celebración tropical de Mayo
se le cierran los ojos a la historia.
Sólo la añoranza de pasta dentrífica
bombillas y espaguetis
yace insomne entre sábanas húmedas.
Un sonámbulo ante diez micrófonos,
pero no acaba nunca, inculca a su isla cansada:
Después de mi no vendrá nada.
Todo está consumado.
En las metrallas brilla el aceite.
El azúcar se pega a las camisas.
La próstata ya no funciona.
Añorante, el anciano combatiente
busca en el horizonte un agresor.
Pero el confín está vacío. También el enemigo
lo ha olvidado.
Hans Magnus Enzensberger, Pura música, Colección Visor de Poesía, España, 1993, Traducción de José Luis Reina Palazón.
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