Pues nada, que me aventé un round con un jovenazo al que le saco veinte años. No estoy tan fuera de forma como "greñas", pero al final ya me faltaba el aire... Tengo que fortalecer la resistencia, y cambiar la velocidad (que me fatiga) por la potencia. Dejaré de brincar, que eso está para Mohamed a los 25. Ni pex, con la pata derecha atrás, muy a lo "Macetas". Al final nos dimos un abrazo fraterno, de camaradas, y al sacarnos el posicionador bucal, comenzó la charla:
--Consígueme el de Adiós a la filosofía de Ciorán, te lo compro bien, lo he buscado desde hace un chingo...
--Lo publicó Alianza Editorial en 1982, lo terminé de leer el día que nació Lucrecia, ese mismo año. Sí, te lo busco.
--¿Eres nihilista?
--¿Por Ciorán?
--No, porque dijiste hace un rato que no ibas a votar por el Peje.
--¡Aaaaah!
En este mundo de los libros, de pronto, en una vecindad de la Romero Rubio, con el sol seco, casi hirviendo, sobre los amarillos cremas de un muro en el paisaje (cerca de la pulkata), puede brotar con su sombrero de hongo desde las grietas y hendiduras, un tipo extraño y mugriento que te declama de memoria los versos inéditos de Juan José Arreola y termina cambiándote por un alipús el tablero en el que jugó, una noche, en el café de Donceles, con el autor de La Feria.
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