tras los funerales, reflexiono espontáneamente sobre la pobre y triste historia de las letras mexicanas, en la que orgullosamente no me incluyo por falta de méritos. Su abuelo vitalicio: Ponchito Reyes; su emperador máximo, Octavio Paz con viejas cortesanas abanicándole a la Nalgador Sovo, más el sub, apenas ayer ido, Carlitos, y el organizador y democratizador desde los suplementos culturales, Fernando Benítez con toda su prolífica prole, empezando por Monsiváis, pasando por José Agustín, Vicente Leñero y Elenita, para terminar en el jovenazo Juan Villoro (el tal Xavier ya es producto de firmas trasnacionales y heredero de Letras Libres, la otra vertiente) ...
Mmmmm, ni hablar: de las mafias más implacables a nivel mundial, según decía Mario Benedetti y repetía por experiencia Roberto Bolaño.
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