Las Fuerzas armadas del Sur (FaS) concluyen después de que
el Poder Judicial declaró a
Enrique Peña Nieto el vencedor de las elecciones
presidenciales del 2 de julio que en México están cerradas las vías pacíficas
de lucha, aunque matizan después en un segundo comunicado al reconocer la batalla
comprometida que en cualquier lugar y de cualquier modo desplieguen los
mexicanos en contra del gobierno usurpador y corrupto del PRI, gobierno
militarista al servicio de los grandes monopolios y de la explotación del
pueblo de México, heredero de la guerra de Felipe Calderón, según lo califican.
Para las FaS se trata de restablecer con la fuerza de las
armas la constitución de la República.
Rebasa pues por la izquierda en el terreno programático el
nuevo grupo armado revolucionario a todos aquellos del movimientismo radical
que ponen en su estrategia realizar una Asamblea Constituyente para nombrar
presidente legítimo...
Tenemos pues que el nacimiento de las FaS y de otras
agrupaciones que proliferarán como hongos en días lluviosos en la nueva
situación política obliga hoy mismo a Andrés López Obrador a declarase simpatizante
y defensor de estas iniciativas si no quiere ser suprimido políticamente por la
marcha de los acontecimientos.
El nacimiento de las FaS se presenta, por lo que toca a la
forma de lucha, como negación práctica del pacifismo a ultranza del
lópezobradorismo y el neo-cardenismo, aunque esta organización no rebase hasta
el momento el discurso liberal republicano y, entonces, coincida
estratégicamente con aquellas fuerzas.
Como se ve, se abre una situación compleja e interesante en
el escenario político, un momento que supera a todo lo anterior en cuanto a las
posibilidades de que se produzca una
derrota política sobre la pequeña-burguesía democrática que condujo a la
izquierda mexicana desde la Convención de Aguascalientes: nuestra izquierda
convencionalista…
Nosotros no coincidimos con la sustancia republicana de los
llamamientos de las “Fuerzas armadas del Sur” porque para nosotros no se trata
de reinstaurar la república democrática que se basa en la propiedad privada de
los medios de producción y la “libre” competencia entre los dueños de
mercancías (algo por lo demás verdaderamente utópico) sino de instaurar la
dictadura del proletariado para la construcción de una sociedad comunista en
donde el trabajo asalariado sea abolido. Por otro lado, nos preguntamos: ¿“Fuerzas
armadas del Sur”? ¿De qué Sur? ¿Sur desde la frontera del Río Bravo? ¿Desde
Chicago? ¿Sur Puebla-Oaxaca-Guerrero-Chiapas-Guatemala-Colombia?
Pero aún después de subrayar nuestras diferencias
estratégicas con las FaS, no podemos coincidir con el análisis del Periódico
Madera cuando endilga el calificativo de “oportunistas” a estas fuerzas por el hecho de que pretenden
pelear con las armas un derecho electoral, como si estas dos formas estuviesen reñidas
por principio una contra la otra.
Para las FaS la lucha armada que ahora inician implica la
negación de la lucha política en los espacios legales que van quedando en el
Estado de Emergencia, lo cual es un error que implica renunciar a dar la
batalla por la vida y la justicia social en todos los espacios de la reproducción
social: así en los centros de trabajo como en la zona de habitación y en la
casa, a las horas del transporte y en el uso del espacio urbano, también con la
ley en la mano… Otra cosa es que la militarización y el Estado fascista nos
obliguen cada vez más a organizarnos clandestinamente (no necesariamente
armados) y al margen de la legalidad…
En el extremo contrario, e igualmente errónea, está la
postura del Periódico Madera, para la cual no es posible defender con las armas
el voto, olvidando así, nada menos, que ese fue el origen de las FARC en Colombia
cuando el “Bogotazo” contra el fraude electoral en 1949 y el asesinato de Jorge
Eliecer Gaytán?
Pensamos que no es posible, ni conveniente desde el punto de
vista táctico, llamarle “oportunista” a un grupo armado por el hecho de que apenas
ayer confió en ganar el gobierno con los votos. ¡No!, en todo caso se puede
llamarle desengañado y explicar las causas de su desengaño por falsas ilusiones
que habría que corregir, pero la revolución se alimentó histórica e invariablemente
también de millones de desengaños… Incluso podríamos hablar de que fue hasta
hoy un recorrido habitual en ciertos momentos de crisis social del liberalismo radicalizado.
Lo más importante en el surgimiento de estas fuerzas es que
expresan nítidamente el estado de ánimo de las masas explotadas (asalariadas o
no) y de muchos capitalistas que en coyunturas anteriores fueron víctimas de
los procesos de centralización de capital y los monopolios. También ahí
tendremos que desplegar nuestra lucha ideológica y organizativa quienes estemos
comprometidos en serio con una revolución proletaria.
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