Comienza Federico:
Una ciudad como Londres, en la que se pueda caminar horas enteras sin llegar al principio del fin, sin encontrar el más mínimo signo que anuncie la vecindad del campo, constituye algo totalmente particular.
Luego se hizo general, para constituir, según Jameson --otro Federico--, la subjetividad postmoderna en la que los sentidos ciudadanos pierden contacto con el campo, y la vaca que pone la leche se conoce en caricaturas por los niños en proceso de empoderamiento.
El mundo experimentó profundos cambios desde el Londres aquel. No sólo que Inglaterra tuvo que compartir hasta con China su antiguo papel de centro industrial frente al mundo agrario (el mundo se hizo urbano); ni tampoco solamente que la medida rebase ya el límite de los Estados nación --aunque los ejércitos nativos funjan ahora como los brazos de un aparato mundial--... Y si Walter Benjamin evoca el relámpago del pasado por el ojo del presente en los monumentos de la city, no era necesario corregirle la plana para agregar, tras la adquisición técnológia que hizo posible capturar los sonidos para convertirlos en registros y documentos históricos, una nueva dimensión sónica de la memoria colectiva en el relámpago del tímpano. La novela de ficción versaría pues sobre las mafias de abusados que producen la revolución para vender en estuches ¡carísimos! aromas del pasado.
¡chale!
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