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Al llegar los descubridores había en la isla más de cien mil indios. Cien años después no llegaban a cinco mil, diezmados por el sarampión, la viruela, la influenza y los malos tratos, además del suicidio que llegaban a cometer en masa. Hubo por otra parte encuentros entre los indios armados con arcos y flechas solamente y los visitantes, que montaban caballos y vestían armaduras, convirtiéndoe en verdaderas máquinas acorazadas. Los indígenas a su vez regalaron a los conquistadores dos plagas: el vicio de fumar y la sífilis, que era endémica entre ellos.
Al principio los indígenas rebeldes tuvieron algún éxito, favorecidos por el terreno quebrado y conocido. Pero finalmente fueron vencidos por la espada y el caballo (diríamos, más la ciencia. --Nota del editor).
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Los obreros haitianos y jamaiquinos enviaron una delegación a hablar con el hacendado. Decidieron terminar la huelga si recibían el aumento. Todo pareció ir de lo mejor y el hacendado propuso hacer una foto del grupo para conmemorar el acuerdo. Los delegados haitianos y jamaiquinos se colocaron en fila enfrente de la máquina, cubierta con una tela negra. El hacendado salió del grupo para dar una orden a su mayoral. El mayoral destapó la máquina y tranquilamente fusiló con la ametralladora al grupo de delegados. No hubo más quejas de los cortadores de caña en esa zafra y en muchas más por venir.
La historia puede ser real o falsa. Pero los tiempos la hicieron creíble.
Guillermo Cabrera Infante. Una obra definitiva (1974) del autor cubano para entender el por qué de la revolución socialista en la isla y su futura conducción por los criollos del Movimiento 26 de julio. En la dedicatoria de este texto cuyo título corresponde al de esta entrega nuestra, se puede leer: "A la memoria del comandante Plinio Prieto, fusilado en septiembre de 1960. Al recuerdo del comandante Alberto Mora que se suicidó en septiembre de 1972".
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