Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

20 jun 2011

El Sifón de Hades

Presenciamos el pasado viernes (17 de junio) en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM un examen de Dirección de la joven Amalia Rivera Castillejos y Karla Mota M., con un montaje de la obra El Sifón de Hades, de textos nacidos en la Santa Julia y recreados por el colectivo Rompecabezas de la misma Facultad: 4 escenas con 4 actores que se engarzan por asociación de reminiscencias en imágenes de caricatura. Cuadros que no hacen sino mostrar cómo se puede "contar" una "historia" dentro del caos.

Nos impactó primeramente el contenido.

Los actores arrojan los textos contra el público, textos relativos a temas que se viven todos los días: ancianos poniendo cámaras de seguridad en sus casas, candados, más candados, como si la muerte no fuera también una liberación definitiva; en su terror pre-póstumo, los viejos comentan sobre los precios de los órganos en el mercado de los descuartizadores. Y en medio de la inversión térmica, algunas ecologistas en bicicleta más un chingo de enfermos tosijientos. Bodegas que se saturan de libros prohibidos para avivar las llamas del infierno. La jauja de hospitales. Los bancos llenos. Suena una campanita en cada movimiento del camillero, a semejanza de una máquina registradora. Al final, como siempre, el Amor: ese refugio último de los que resisten al grado de que ya hasta nos andamos expandiendo...

Salta la politización del arte en la propuesta de Amalia Rivera, Karla Mota y el Colectivo Rompecabezas. Pareciera al verlos que se asiste a una develación (a un extrañamiento) de un mundo que nos muerde diariamente sin que nosotros atinemos a delinear su forma. Es un teatro que linda en la técnica de los comerciales. La música dilata espacio y tiempo, otorga volumen, aunque a veces las coreografías pesan más que el gesto. Y esto, quizá, obedezca a que los cuadros del El Sifón... no buscan involucrar al actor con un personaje sino que lo imbrican al flujo (ritmo) de un sólo engranaje. Suceden situaciones en las que cada actor o actriz, en cada momento, juega un rol específico con su propia máscara social (¿y qué otra cosa sino eso es un rol?).

No más de 15 minutos.

Al final, un público nutrido para tratarse de un examen de segundo año, otorgó un cálido aplauso de reconocimiento.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Fascinante!