Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

8 jun 2011

Los monólogos de Nicolás

¿Quién es esta ciudad que no conozco?
¿Quién, este enjambre donde me veo repetido,
atrapado por buscar a quien no hallo porque me busca?
¿Quién, este desconocido que pretende ser lo que no soy?

Qué más da,
un riñón mío o  la gente por la calle,
qué  más da
cuando la herida no reconoce peso en las diferencias.

Caminamos la ciudad
como quien huye de un dolor de muelas.
Miras los periódicos vaticinar lo peor.
Los miras sin detenerte.
Para nosotros lo peor ya ha pasado,
lo que le pase al mundo
sólo será un escándalo que muy pocos podrán leer.

Entras al metro y te parece bello y aterrador,
una mano nos hunde de los cabellos,
nos zambulle en su neblina.
Somos una piedra que se hunde en el más profundo océano.
Todos en el vagón como glóbulos del mismo plasma,
nos sabemos bacterias, vida en la herida.
No hay historias personales.
Hay una sola historia congelada
y las frases no encuentran sentido.
Entre este tragar saliva y todos los tragos de saliva,
entre este fragmento de tiempo
y todos los fragmentos de tiempo posibles,
no hay nada que valga más.
Unidos a ese animal informe, en un triste orgasmo,
el estómago se convierte en una piedra compuesta
       de amor y asco.
No obstante, pronto, el tren se detiene,
las puertas se abren y algunos salimos,
miembros de la mutua estafa de hacernos creer
       que la realidad tiene sentido.

Ricardo Castillo, Nicolás El Camaleón.


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