Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

28 jul 2011

de una leyenda


A Totó, en su día

Regados los gises por el suelo, los calzones de ella por un lado (su minúsculo pie asomaba en una orilla de la cama), su corbata de él --que así se dice-- cuelga de la regadera, como si la fiesta hubiera sido duradera y nadie, ni el propio narrador, supiera cómo habían parado ahí aquellos dos, de qué manera.

El profe recordaba su lectura ante el salón, mientras las tetas de Malena se recortaban en el filo del grueso volumen. El profe, obviamente, sacaba sus ojos de las gafas para apreciar el monumento. Por un momento perdió el hilo, pero esa cita de Jameson (del paso a la leyenda) se la sabía de memoria, y así mismo la dijo:

La "leyenda" resuelve este dilema conceptual produciendo una nueva clase de narración, la "historia" de algo así como una evaporación sémica. El caballero hostil, con su armadura, su identidad desnocida, exuda esa insolencia que señala un rechazo fundamental de su reconocimiento y lo marca como portador de la categoría del mal, hasta el momento en que, derrotado y desenmascarado, pide merced diciendo su nombre: "Sire, Yidiers, li filz Nut, ai non" (Erec et Enide, 1042), en cuyo punto, reinsertado dentro de la unidad de la clase social, se convierte en un(a) caballero más entre los demás y pierde toda su extrañeza siniestra. Este momento, en que el antagonista deja de ser un villano, distingue al relato legendario del de la chanson de geste y de la aventura del Oeste, a la vez que plantea un nuevo dilema productivo para el futuro desarrollo y adaptación de esta forma.

en este punto el profe ya no puede con su conciencia, avanza de rodillas sobre la alfombra,  le da un trago, y luego otro y otro y otro más, quiere darse valor para tomar sus piecesitos, acariciarlos, sentir su tersura, pero algo lo había llevado, antes, ahora en su memoria, a concluir la cita, en voz alta, frente a su grupo y a las descaradas piernas entrecruzadas (si hasta podría decirse que hablaban) de su hermosa alumna:

Pues ahora que la "experiencia" o el sema del mal no puede ya asignarse o adherirse permanentemente a este o aquel agente humano, debe encontrarse expulsado del reino de las relaciones interpersonales o del mundo interior y quedar con ello reconstruido proyectivamente en un elemento flotante y descarnado, una nefasta ilusión óptica por derecho propio: ese reino de la hechicería y las fuerzas mágicas que constituye la organización sémica del mundo... Con este desarrollo puede decirse que ha empezado algo así como una historia de la forma.

Y el profe, para su fortuna, tenía aquellos adorados pies atesorados entre sus manos. Metió la mano debajo de la cama y volvió a darle al pomo.

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