Iniciaron las campañas electorales con pompa y platillo. La tónica de lo que será en delante la puso ayer el estadio de Torreón con su desbandada.
Se acabó la fiesta y en lugar de la ola de gol, todos pecho tierra.
Como siempre los perros tomaron el espacio. Así se cobran la deuda que dejó Moreira en el estado los del otro bando. Ya lo decía el buen Bob apenas se incubaba el huevo de la serpiente: La borrachera del gol, su éxtasis, no puede presagiar nada bueno.
Huele a ser una provocación semejante a la del día del grito en Morelia: justificar más policía, o lo que es lo mismo, institucionalizar el feminicidio y el tráfico de órganos.
Por misterios del "retorno histórico", la toma de Torreón a lo Pancho Villa se torna urgente y precisa como acto de limpieza y de pura sobrevivencia. La casta que nos gobierna lleva al matadero.
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