Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

27 oct 2011

apuntes sobre materialismo histórico

Que es imposible mirar a la Naturaleza --como al sol-- de frente y sin mediaciones es algo que no logran entender los que vienen del materialismo mecánico de la Ilustración masificado, más de un siglo después, en el cuerpo del nuevo proletariado soviético mediante los manuales de aquella metafísica que llegó a llamarse "el" Materialismo Dialéctico.

¡5 leyes universales de la dialectica para entender el universo!

Todo estaba bien fácil.

¿Para qué quería uno partirse la cabeza con esas teorías cuya comprensión requería de una alimentación balanceada y rica en calorías, además de estar dispuesto, de entrada, a sacrificar momentos felices?

Toda una utopía. Y luego para nunca salir de pobre.

Gramsci, en el otro extremo de Agamben, remarcaba la pesada carga mecanicista en el pensamiento popular italiano y lo explicaba por los procedimientos de los ritos mágicos que interpretan lo inexplicable como efecto de causas ocultas (para el neófito) dentro de la materia, de cierta materia sobre otra y en relación con otras...

La Naturaleza pues, su objetividad material, se mira hoy --y se miró desde los griegos y la aparición del Estado-- desde esa objetividad espectral que se teje en las relaciones mercantiles, donde sujetos privados se relacionan mediante cosas valorizadas por la costumbre de los compradores y vendedores, el valor de las cosas mercancías y su valorización a través de la explotación de los desposeídos por un puñado de dueños de los medios de producción del mundo (aire, mar y tierra). El atomismo con el que se pretendió explicar teóricamente el Universo expresaba el conjunto de las nuevas relaciones sociales desde donde se miraba el mundo y la historia del mundo.

En el mundo del a posteriori los planes duran lo que el humor de un bipolar.

De ahí que el materialismo histórico conozca a este modo de mercado capitalista como el de la anarquía de la producción, donde cada quien busca su interés privado y suprime o reduce el del contrario. El bienestar general nace, según este mito, de que los individuos libres luchan racionalmente por sus propios intereses y así lo producen espontáneamente. No hay de qué preocuparse. Olvidados los particulares de los intereses comunes, se olvidarán también, of course, de cualquier tipo de objetividad y relegarán el asunto al terreno de la fe con todos sus dioses. Pero el contenido mítico de este postulado neoclásico es que parte de que los mercaderes (vendedores y compradores) son libres cuando en realidad siempre aprenden por tradición y después de realizar en la práctica su propia auto-transformación mediante la transformación del mundo por el trabajo. A los vendedores y compradores siempre les cae el 20, están encadenados a los acontecimientos que se les presentan como casualidades de la naturaleza; y así, no pueden ser libres...

Leo Kofler señaló en Historia y dialéctica que el mirador del mundo desde la sociedad capitalista está partido en dos extremos, ambos necesarios para existir en el entorno de ruda competencia: el del objetivismo y el del subjetivismo. En el primer polo el producto del trabajo humano se presenta como el dominador del hombre, esto es como mercancía. Se llama fetichismo. Desde esta óptica la historia aparece como una fatalidad y el sujeto espera a que cosas y situaciones lo vayan llevando; mientras que en el polo del subjetivismo se expresa esa misma estructura dineraria en el momento en que el dinero se olvida de que es el equivalente general de todas las otras mercancías y se auto-representa como dinero que hace dinero sin pasar ya por la producción, el capital bancario. La fiebre del Yo desatada en los momentos climáticos de la fragmentación por la crisis.

A través de estos dos cristales se mira la verdad del mundo desde la visión dominante en la sociedad capitalista. Sostener esto desde el materialismo histórico es romper con el viejo materialismo burgués y reconocer que la naturaleza pura no existe sino que está mediada por las prácticas sociales de cada época.

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