Entonces comenzó a darse cuenta y
con una fría desesperación comprendió:
no hay para donde huir
la pesadilla está también dentro de ti
es tu mente, eres tu mente
como expresión del mundo,
como excrecencia social.
No hay salida, no hay descanso,
no hay escapatoria posible
tu mente también se vuelve contra ti,
y el enemigo ahora, desde muy dentro,
te inyecta todo su veneno
expulsando la sangre de tus venas
arrastrándote hacia la sensación de naufragio,
de exposición absoluta al amenazante azar.
Y te marea la desproporción del caos,
el desbordamiento de irrealidad,
la agónica despersonalización,
y el ahondamiento de las fisuras.
Se vuelve insoportable el desasosiego,
enloquece la impotencia,
te carcomen la abismal decepción,
la muerte de las esperanzas
y el catastrófico devenir.
No hay de otra más que resistir,
se repetía a cada segundo...
de momento y mientras tanto.
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