Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

8 mar 2012

En Holderlin-- Peter Weiss

Las voces de la juventud renovadora en su latir hacen crujir los cimientos y temblar a los Maestros.
El mundo existente está putrefacto por cada rincón y el sujeto desde su insignificancia sigue viendo enormes muros invencibles, en la desmemoria de que él mismo los construyó. El miedo nos paraliza…
El Estado ha pagado la jugosa educación de los hombres de letras, de los hombres de ciencias. Sí, el conocimiento ‘liberador’ –avanzado al mismo presente—ha llegado hasta nuestras manos y aun así nos encontramos encadenados desde la lengua hasta las cuerdas vocales. Nuestro alimento tiene marcas y se nos repite incesantemente ‘no morderás la mano que te da de comer’. Los sabios también son los poderosos.
-¡Derrumbemos las pizarras!
-¡Escapemos de estos edificios que nos momifican las pasiones!
La juventud a algunos les brinda valor. Ella deja que pierdas lo indispensable y la presencia misma, pero ¿llegando a la piel plegada qué es de uno? ¿cómo no cargar con el peso de los daños anuales, de los compromisos adquiridos con el transcurrir de la vida?
¿Es preferible permanecer con los labios entre abiertos, con los labios en silencio? ¿Dejaré el mínimo espacio para que los suspiros escapen? ¿O liberaré la voz para que el sonido se escuche más allá de mi percepción?
Tenemos compromisos y deberes. ¿Para con quién? ¿La humanidad? ¿el Estado? ¿La familia? ¿el individuo? ¿Es posible la unificación de los distintos intereses o sólo existen en una relación contradictoria?
¿Es que acaso el individuo aislado, solo, abandonado a sus pensamientos puede olvidarse de sí mismo?
Sólo llega al sufrimiento cósmico aquel hombre sensible que tiene la posición necesaria para que las cosechas, la ropa, las habitaciones y los muebles no sean un estorbo en sus introspecciones; o qué tanto hay que sacrificar si no.
Un mundo estratificado en capas sociales determinantes para significar el tiempo, conocer o no el concepto ‘tiempo libre’. Fabricar, crear, construir la calidad de pensamiento y su dirección misma.
Carencias materiales que aferran a los trabajadores al mundo del hambre. Excesos suficientes para gozar del vuelo –sólo a través de la expropiación, explotación del trabajo de otros hombres-- con alas construidas en el universo de lo imaginario, por todos los recónditos lugares del ser y su existencia, del ser sujeto estudiando el objeto que es a su vez él mismo.
Perder la cordura ante la realidad y construir una nueva realidad que sólo es compatible con nuestros autismos.
Soñar y luego perder las utopías para vivir ‘mejor’. O recordarnos siempre con los pies sobre la tierra y  un día despegarlos. Soñar y no volver al origen nunca, no retroceder la vista y en cambio fijarla al infinito. Diseñar mundos intangibles en el ahora para luego resguardarlos en la mente o luchar por la materialización del propio sueño de vivir.


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