Lejos de ser garantía de comicios limpios y contra el fraude, como escribe José Woldenberg, los 140 mil presidentes de mesas de casilla --elegidos al azar y por sorteo-- que reciben los votos ciudadanos para que velen en sus domicilios particulares desde un día antes del primero de julio y cerifican después, el mero día, el proceso del conteo de los votos son, en las condiciones imperantes, un nuevo y repetable mercado en el que se negocia por miles el empoderamiento de los presidentes de las mesas de casillas electorales. ¿Y qué podría evitar la conversión por las instituciones del Estado de miles de ciudadanos empoderados en mercancías ahí donde el nudo de la ética prescribe el éxito individual de los contratistas?
http://www.reforma.com/editoriales/nacional/662/1322675/default.shtm
No hay comentarios:
Publicar un comentario