Declaraciones, manifiestos, artículos de opinión, análisis, debates en asambleas, marchas, paros, huelgas, bloqueos de carreteras contribuyeron en días pasados a colocar en el centro de la atención de los mexicanos el asunto toral de los TRABAJADORES, aquellos que con su trabajo sometido a la explotación del capital transforman diariamente las naturalezas y producen la riqueza de la sociedad.
Tenemos claro ahora, tras estas jornadas de lucha, que la situación de inseguridad absoluta (de guerra) que vive nuestra sociedad encuentra una de sus razones principales en el hecho de que el trabajo vivo de los hombres haya quedado reducido a un mero costo del capital.
En la competitividad capitalista el obrero es un costo y no trabajo vivo, creativo. En esa contabilidad el trabajo vivo es equiparado violentamente por medio de la categoría del valor al trabajo muerto. El resultado está a la vista: inseguridad y muerte.
Dejamos hasta el final en este bloque de reflexiones sobre la ley laboral en el capitalismo del siglo XXI el asunto de los sindicatos. Como se sabe, ni el diez por ciento de los trabajadores asalariados en México está sindicalizado. Pero la movilidad del trabajo no está reñido por naturaleza, como piensan los émulos de José Goldenberg, con la organización de los trabajadores en sindicatos y comités de fábrica. La movilidad del trabajo complica el escenario de la lucha de clases pero le abre hoy al proletariado, en la era TLC, perspectivas internacionales (extranacionales).
¿Es una fatalidad que la fuerza de trabajo migratoria que recorre durante todo el año el territorio nacional carezca de organizaciones para la lucha por sus condiciones laborales y ciudadanas? ¿Necesita de ong's externas para que le hagan el trabajo?
La construcción autónoma de organizacíones de tipo sindical por fábrica y rama sigue estando en la orden del día de las tareas democráticas del proletariado en México. Pretender saltar esta fase en aras de insurrecciones en la perspectiva es hacerle al infantilismo.
Pero no estamos con aquellos que en el debate centraron sus demandas de reformas laborales en el llamado tema de la "libertad sindical". Estos personajes nos pretenden vender el cuento de que la creacción "libre" de sindicatos en empresas es la vía democrática actual. Su propuesta, en sustancia y más allá de la forma, conduce a la creación de dos o más sindicatos por empresa, o lo que es lo mismo a la división de los trabajadores en su lucha económica. Contra ellos defendemos la línea de la unidad por la base en la construcción de los nuevos sindicatos --ahí donde habita el 90 por ciento de los trabajadores asalariados-- y la unidad por la base en la recuperación de los viejos.
La línea de la formación de los "sindicatos independientes" en el interior de los "sindicatos charros" fracasó rotundamente desde tiempos de Galván y Evaristo Pérez Arreola.
Igual que un acto de expropiación de los medios de producción, hablamos aquí de la necesidad de que esos viejos sindicatos pertenezcan y correspondan a los trabajadores productivos, presenten sus intereses.
¡Por la democratización del SNTE!
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