"entonces urge una teorización del movimiento. Yo parto de la siguiente premisa: el movimiento del 68 no es un proceso aislado históricamente, sino que tiene sus raíces en su falta de independencia de la clase obrera y en la represión del 58, de diez años antes, contra la huelga ferrocarrilera. Esto terminó por mediatizar en absoluto a la clase obrera y por invalidarla. Pero como la historia se venga siempre de las contrariedades que sufre, caminó, digamos, por debajo de los acontecimientos hasta hacer estallar este sentido de independencia en el seno de la pequeña burguesía intelectual, que son los estudiantes. Fueron los estudiantes quienes representaban a esta corriente proletaria que había sido postergada por la represión".
De
este apunte revueltiano retomamos algunas cuestiones que parecen importantes:
¿Qué
es el estudiantado desde el punto de vista de las clases sociales?
El
devenir histórico de los últimos cuarenta años parece demostrar la observación
de Revueltas en la suerte personal que corrió el grueso de los líderes del 68,
todos ellos convertidos al neo-cardenismo y otras formas de populismo y
reformismo más o menos radicales.
Pero,
en la sociedad actual, tras cuarenta años despiadados de acumulación
capitalista y proletarización social, ¿hablamos de un nuevo estudiantado o
podemos seguir calificando a los estudiantes como el sector de la pequeña
burguesía intelectual?
¿Nada
cambió en el ser social del estudiantado luego del propio movimiento
estudiantil del 68 y de las batallas que siguieron con las armas en los setentas,
batallas a las que se debió la democratización del sistema de enseñanza
media-superior y la construcción de los CCH?
En
su tesis doctoral (UAM-Xochimilco, 2007) Mario Rivera Ortiz, siguiendo algunas
líneas de Negri en Imperio y Multitud, intenta a fondo una caracterización sociológica
del estudiantado mexicano del siglo XX a través de sus luchas políticas.
Concluye que el estudiantado puede caracterizarse por ser una clase, una clase
social con intereses comunes que actúa dentro de la multitud.
Habrá
que vencer esa incapacidad teórica que caracterizó, según Revueltas, a los
miembros del Consejo Nacional de Huelga y que se continuó en el movimiento del
CGH (1999-2000), para, apenas ahora, empezar a enfrentarse a conciencia en
algunos pequeños sectores del Movimiento
Yosoy#132.
Asumir
esta tarea implica pelear de frente contra el democratismo y el pluralismo imperantes,
pues para estas corrientes dominantes, todavía, dentro del movimientismo,
incluso es conveniente desde el punto de sus propios intereses mantener aquella
tradición acéfala –y pequeñoburguesa—del desprecio a la teoría.
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