Los institutos de investigación económica en Berlín avistan, preocupados, densos nubarrones en perspectivas. La inminente y próxima declaración de bancarrota en Grecia significará con toda seguridad la franca caída de Alemania en la recesión económica. Por su parte los organismos internacionales del comercio anuncian para los próximos meses alzas desmedidas en los precios de los alimentos, lo cual, si se suma a los 30 millones de desempleados que se agregaron en los últimos cuatro años, pinta un escenario al alcance de la mano en el que habrá que andar, tal como lo vislumbró "El cuchillo" hace pocos meses, con navaja afilada peleando el pan de cada día.
"Ha llegado la hora de que el pan del mercenario --decía un sans-culotte en el París revolucionario de 1793--, modesto tributo a un trabajo asiduo y penoso, le sea asegurado. Ha llegado la hora de que las especulaciones con la existencia humana sean proscritas en un gobierno republicano".
Y otro del mismo bando de los "sin calzones":
"La libertad sólo es un fantasma inútil cuando una clase de hombres puede hacer padecer hambre a la otra impunemente. La libertad sólo es un fantasma inútil, cuando el rico ejerce por medio del monopolio el derecho de vida y muerte sobre sus semejantes".
Fue el hambre el motor de la sans-culottiere. Fue ella la que delimitó los contornos de la voluntad colectiva del movimiento popular. Escribe Albert Soboul:
"Su condición y también sus circunstancias explican que los sans-culottes situaran en el centro de sus reivindicaciones sociales la cuestión del pan. De ella extrajeron confusamente la afirmación del derecho a la existencia: es preciso que todos los hombres coman hasta saciarse. No se puede buscar aquí un sistema social coherente: las reivindicaciones se precisan según el peso de las circunstancias. Su unidad viene dada por su igualitarismo radical, que caractariza la mentalidad y el comportamiento populares: las condiciones de la existencia deben ser iguales para todos. Al derecho total de propiedad generador de desigualdad, los sans-culottes oponen el princpio de la igualdad de disfrutes. De ahí sus diversas reivindicaciones sociales, hasta las del derecho a la asistencia y a la instrucción".
Cunde ya la indignación popular contra las tasas de inflación que se anuncian y que serán el mecanismo capitalista para la expropiación de los salarios y de todo tipo de ingresos monetarios fijos. Dentro del movimiento popular coexisten pequeños burgueses de todo tipo arruinados por la centralizacion capitalista (son "Los indignados") con multitudes proletarias cuyo solo ser nómada pone en crisis los modos de reproducción del capital. Así pues, en el interior del "movimiento popular" se hace necesaria una lucha ideológica que persiga derrotar la hegemonía del pensamiento a la sans-culotte (el igualitarismo pequeño burgués y espontaneísta sustentado en la "propiedad privada limitada") dentro del movimiento proletario. Ahí donde, como en Francia y México, se ha tejido por la lucha de clases a lo largo de la historia un soporte popular revolucionario, el partido del proletariado no es otra cosa en su esencia que la crítica teórico y práctica de la pequeña burguesía democrática.
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