26 millones de "usuarios" consideramos al gobierno mexicano como un grupo privado más con pretensiones de Universo.
Las telefónicas privadas irían a la quiebra de producirse ahora la prometida suspensión de los números sin registro.
¿Tendrá esto algo que ver con los planes "antimonopólicos" de Felipe Calderón o no es más que una mascarada del estado bigbrotheriano que pasa ahora --gracias a las compañías privadas de las comunicaciones-- a su banco de datos con la "huella digital" del timbre y el tono?
Algun@s se preguntan si será posible contratar con satélites chinos que surtan los aparatitos sin pedir curp y número de cuenta en el banco. Frente a la industria del secuestro, se considera una pura temeridad darle así nomás toda la información a un grupo cuyo rango, por añadidura, lo vincula genéticamente a personas de la estirpe de aquel Carvallo del renave que luego terminó siendo un torturador de la dictadura militar en Argentina (Y Carvallo es a la industria del auto robado en el continente americano como Joaquin Amaro al Ejército Mexicano). Sería una ironía que este tipo de contrataciones con satélites chinos (algo posible en el actual estado de la tecnología) reivindicaran en la práctica el "libre mercado" frente a las pretensiones totalitarias de su regulación policiaca por el Estado.
Vastas potencialidades para nuevas alianzas se abren en la perspectiva internacional del "consumidor" globalizado. La emergencia de nuevos poderes económicos y sociales convierte la pretensión totalitaria del control absoluto en un sueño grotesco y fallido como los viejos estados que lo alzan, incapaces de sobrevivir históricamente a las radicales transformaciones.
No es casual el subtítulo del relato dürrenmattiano El Encargo: Sobre el observar del observador de los observados...
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