De lo macro a lo micro yace una brecha, a todo lo ancho, que no llega a un paso pero que ya puestos en el microscopio se torna infinita. De los conceptos y la política al rudo espacio de las confesiones; de la toma del poder al apoderamiento del cuerpo del ser "amado" y a la entrega del tuyo propio --a quien pertenezca. De la esclavitud legal y económica que no se resigna a ser, al sometimiento del cuerpo por los celos opresivos y el temor, si no miedo franco, pavor con desvanecimiento, de que futuro y precipicio se aproximen como sinónimos siameses, y eso, por mucho --o mientras más-- que se le suba el volumen al himno y se coloque la diestra en la sien, en posición de Patria o Muerte. En un acto heroico de ese tipo de valentía, autores como Hemingway fabricaron ingeniosos aparatos para volarse los sesos.
Es conveniente aclarar antes de proseguir la marcha (una marcha no marcial sino mas bien agónica), que si fueron colocadas las comillas sobre la palabra "amado", ello se debe a que nada será cierto en tanto esa brecha subsista con su breve pero infinito cuerpo. Por todos lados fue debatida en otros tiempos esta cuestión. De hecho, con otros procedimientos, persiste el acaloramiento.
--Me parece que Marx no tuvo tiempo (ni tampoco deseos) para mirarle el culo a las mujeres en un paseo por la tarde. Es demasiado triste --argumentó en la asamblea aquel domingo de abril uno de los estudiantes anarquistas que planeaban tomar por asalto la cervecería de Bolívar.
Y una que estaba por ahí, le dijo:
--No le era necesario, amaba a su mujer, Jenny, su compañera, su amiga y amante, la madre de sus hijos.
--Sí, sí --sigue el otro--, pero eso no se riñe con la estética. Si yo contara mis memorias, no haría otra cosa que hablar de esa estética. ¿Será una debilidad? ¿Qué me dice usted?
El extremo opuesto al de la politización extrema como recurso de evasión del espacio íntimo (recurso de santos) y, finalmente, de la responsabilidad personal, lo hicieron las novelitas mamilas de la pura sensación que tanto se venden. Como los cuadros de José Luis Cuevas en una galería bar de Amberes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario