Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

18 abr 2010

Yolanda Martínez: la pianista

... Y hablando de Cuba, se experimenta cierto atolondramiento en el intento de traducir a palabras timbres, tonos y ritmos; en estos complicados menesteres es fácil caer en el amaneramiento y otras lindezas tan a lo carpentier; mas el arrobar de la noche impone su reto --más allá de la primera impresión rítmica-melódica-- como traslación al concepto. Así, en mudo, ya luego ese nudo desenvuelve su voz para llenar con cuerpo sonoro el epacio. Y el espacio es la sala Blas Galindo en el Centro Nacional de las Artes.

Sábado 17 de abril. Yolanda Martínez de Cuba y Yulia Vishnevetskaia de Ucrania ofrecen, en recital de dos pianos: Otra visión del bicentenario.

Con su modestia habitual, Yolanda atribuye a Yulia gran peso en la concepción del recital que es de verdad una propuesta: el modo sonoro en que el primer mundo occidental (incluyendo el triángulo Kiev, Moscú y San Petesburgo) captó a través de sus mejores representantes el tiempo sonoro en América Latina: Stravinsky en primera línea, Milhaud, Coplan, Rekhin y Rogalyov. Piazzola y Guastavino entonan desde dentro. Y salvo el último y el bis, todo el programa está dedicado al siglo XX, no porque el argentino quede fuera de las coordenadas (1912-2000), sino porque su Romance del Plata se encuentra en un momento previo. Noche de tangos y habaneras rus@s, danzones geométricos a la gringa (los tonos de Copland), cumbanchas y tarantas de ruso avecinado en La Habana --borracho y todo un gran desmadre; brazileiras desde París. Flotan, en citas de soslayo, los fantasmas de Ravel, Gerswhin y el impresionismo francés (aquí con aires neoclásicos habaneros) en el momento de descubrir una nueva luz en África, el descubrimiento del mundo. Y aunque Piazzola se torna imposible en ausencia de bandoneón, cierra la noche con la picardía y el chotís criollo, decimonónico, de un bis -en este caso vuelto tris por la insistencia del respetable-- con piezas del habanero Ignacio Cervantes.

Platicábamos a la hora de los tacos al pastor y hubo consenso en que Stravinsky se llevó la noche. El adjetivo para el rato fue: exquisito. Lástima que no tengamos acceso a ningún video con Yolanda al piano, acompañada por Yulia, Edyta Plodzyen o el violinista Cuauhtémoc Rivera.

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