La nota que reproducimos aquí abajo da tela para cortar en el análisis de nuestra sociedad, pues transparenta el carácter contradictorio de la crisis del capitalismo en el punto en el que nos encontramos.
En el ramo de la belleza y la salud, vivimos una expansión de las clínicas, como si en medio de la incertidumbre y el caos brotara un deseo en el interior mismo del capital excedente (o plusvalía) por alcanzar la plenitud de imagen y en estado en el propio cuerpo de sus intérpretes.
Se viene a la memoria aquella película del director húngaro Iván Szabó, Mephisto, en la que aparece conectada esta búsqueda espiritual de la bellleza corporal y la salud con el totalitarismo nazi. Algo que también el poeta Bertolt Brecht y otros hicieron notar. Por lo que toca a los cineastas, habría que convenir en que éstos representaron desde el principio la vanguardia del pensamiento del siglo XX. El caso de Jean Luc Godard, que en 1962 tenía ya en El Desprecio un claro esquema de las relaciones estructurales de la época. En su película, los actores representan actores, el film gira sobre un rodaje frente al mar Mediterráneo en el que el productor (Jack Palace), el del baro, es un gringo que, además, goza de la prerrogativa de interpretar los guiones sobre textos griegos según su rasero de patán de Texas. Para ello cuenta con la anuencia y la "discreción" del director, un Fritz Lang que interpreta su propio papel en la vida real de la posguerra. Los actores, actrices y guionistas son frances@s (Brigitte Bardot) e italian@s (Michel Piccoli) y el productor termina pasándose por las armas a la mujer de De Sica, a Brigitte Bardot, siendo que ese había sido su objetivo desde el principio.
En eso de cogerse a las mujeres de los subalternos asalariados, el gringo no hacía sino re-coger una larga tradición del poder sufrida aquí en América por los indios. Pero el nuevo modo de dominación se hizo más sutil y apoderose de los cuerpos desde dentro e igual que si el acto de posesión procediera desde el cuerpo mismo. Con la belleza y la salud como garlitos, el capital tomó por dentro y por fuera el cuerpo polifacético de la Multitud, y por extraño hipear dialéctico, quienes buscaron la autorreafirmación por el poder del cuerpo sano y bello finalizaron la historia esclavizados al aparato gracias al cual sus nalgas se marcan y tornan. Y el aparato es personal y cosico, rústico e inmaterial, psicológico y masajístico. Mediante la colonización de cada poro de tu cuerpo, el capital dibuja el espejismo de la utopía en el puro hecho de las formas.
Obviamente, el esquema de las formas corporales bellas contiene su antípoda en las llantas posmodernas de la chatarra alimenticia, a fin de que haya con qué medir y comparar, escalas, paradigmas, modelos que seguir desde la culpa y el arrepentimiento del feo. Sin considerar que el "modelo" de belleza y salud pudiera ser, en la subjetividad desbocada de la crisis, la anoréxica esclavizada al psicoanálisis...
http://www.eluniversal.com.mx/finanzas/79377.html
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