Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

20 jun 2010

El profeta de la San Simón y la democracia en México

Cuando Carlos Monsiváis se sumó a los abajo firmantes en los desplegados contra el CGH (enero de 2000), puede decirse que estaba ya muerto para el milenio que comenzaba. En esa coyuntura, aparte de solicitar la entrada de la Policía Federal contra los huelguistas, el profeta de la San Simón se dedicó a intentar cochupear a estudiantes y activistas acorralados y a sacarles "por las buenas" algunas declaraciones contra el "estalinismo" o alguna firmita en favor del Peje.

Si alguna obsesión marcó la vida del buen Monsi esa fue la de la lucha a muerte contra el estalinismo, en el entendido de que se metió en ese costal cualquier postura "radical", "infantil", "extrema", "maximalista" que no levantara, a lo más y cuando mucho, las banderas de El Nigromante. Puro liberalismo. Desde el poder (¿quién puede sostener sin ruborizarse que hablamos de un intelectual "independiente" del Estado?) decidía quién era y quién no. Hablar de la democracia en su periodo de la inconsecuencia es referirse directamente a la censura y a los personajes concretos que la hicieron posible durante los últimos 30 años.

La corriente democrática que representaba prominentemente Carlos Monsiváis --y cuya jefatura orgánica heredó casi de manera natural de Fernando Benítez, a la muerte de éste-- terminó por despanzurrarse la madrugada del 6 de febrero de 2000. En otro momento anterior nos ligó con esa corriente una relación contradictoria que tuvo momentos intensos llegados a la militancia conjunta y prolongada.

Sería puro cretinismo intentar negar que Monsiváis significó aire fresco frente al acartonado discurso del marxismo leninismo de la izquierda tradicional. El periodismo, como sea, vacunaba contra una cierta metafísica de las clases sociales y las fuerzas productivas a la que se había reducido el mundo en los manuales soviéticos. También fue postmoderno en su utilización prioritaria del cine como vía de conocimiento. Su presencia misma en la cultura nacional representó un equilibrio vital contra los excesos mortuorios del academicismo expansivo que padecimos en las últimas tres décadas.

La cultura del suplemento dominical, misma que parece haber llegado a su final ahora que futbolistas y boxeadores la hacen de comentaristas en la tele.

Con Monsiváis la izquierda pasó de la idea de la necesidad de la revolución a la libertad sexual pero con condón. Monsiváis en todas las peluquerías de la Zona Rosa vía las revistas para caballeros era el delirium tremens de José Revueltas haciendo equilibrio en una banqueta. De la cárcel al burdel en compañía de la farándula, en el Noa Noa.

(el Noa Noa o la víspera de las muertas de Juárez)

No hay comentarios: