Ya la burguesía francesa adulta, asustada por la revolución de 1830 y sus secuelas, buscó y encontró los medios para incrementar su riqueza a costa del saqueo de otros pueblos. De esta manera durante el reinado de Luis Felipe, el “rey ciudadano”, según le llamaba el escritor liberal Honorato de Balzac , la burguesía monárquica y republicana se lanzó a la conquista de Argelia en los años 30 y 40 del siglo XIX y a otras guerras de ultramar para conquistar Indochina y atacar por primera vez a México en 1834.
Luego se sumaron el resto de las potencias europeas y los EEUU a la ocupación de nuevos territorios y a ampliar sus dominios coloniales, para repartirse el naciente mercado capitalista y paliar sus crisis económicas sucesivas.
Teniendo a la vista lo anterior Carlos Marx pudo definir teóricamente al imperialismo, antes de morir, como “la forma más prostituida y al mismo tiempo la forma última de aquel Poder estatal que la sociedad burguesa naciente había comenzado a crear como medio para emanciparse del feudalismo y que la sociedad burguesa adulta acabó transformando en un medio para la esclavización del trabajo por el capital”.
En efecto, en esos años la concentración de la producción y del capital en Europa Occidental y los EEUU alcanzó un grado elevado de desarrollo que originó los primeros grandes monopolios e inició la fusión del capital bancario e industrial, generándose así el capital financiero y la oligarquía financiera; simultáneamente empezó a predominar la exportación de capitales sobre la exportación de mercancías. Lenin, posteriormente, subrayó que la esencia económica y el principal rasgo distintivo del imperialismo, es la sustitución de la libre competencia por el dominio de los monopolios.
En aquel entonces, la expansión imperialista europea en América fue frenada por la resistencia del pueblo mexicano a la coalición franco-anglo-hispana en 1864-1867 y secundariamente por la Doctrina Monroe, antes de convertirse en retórica imperialista yanqui.
Pero ahora en marzo de 2011 la senil burguesía de los EEUU, Francia, Inglaterra, España e Italia, ante la crisis económica que viven sus países y la inconformidad de millones de sus trabajadores, vuelve a la carga por sus fueros imperialistas, utilizando su vanguardia política, la ONU y su instrumento militar, la OTAN, contra el pueblo de Libia y ciertamente contra todos los pueblos del Magreb. Al parecer, el fascista y palafrenero Estado de Israel resultó insuficiente para esta sucia tarea y ahora, la susodicha coalición imperialista arropada en la resolución 1793 del Consejo de Seguridad, reinicia la rapiña en África. El lacayo surcoreano Ban Ki Moon a la cabeza.
Pero antes que las bombas y los misiles de la coalición empezaran a caer sobre las ciudades libias cubrió al mundo una campaña de terrorismo mediático para justificarlas. En ella participaron prácticamente todas las agencias informativas internacionales como Reuter, Dpa, Afp, y prácticamente todos los medios, incluso aquellos que recientemente firmaron un “pacto” en contra el terrorismo mediático en México.
La reciente experiencia de la guerra contra Libia y su preparación mediática, nos deja pues, las siguientes enseñanzas:
1.- Que el color de la piel de los jefes imperialistas, su nacionalidad, e incluso su vestimenta, femenina o masculina, son cualidades intrascendentes frente a lo fundamental: ejecutivos implacables de los designios del capital. Esto en parte lo decimos por aquellos ingenuos que se estremecieron de emoción pequeñoburguesa cuando el presidente negro, Barack Obama, dijo en Guadalajara, Jalisco: “EU ya no será policía del mundo.”
2.- Que las grandes agencias desinformativas y en general los medios de comunicación son instrumentos ciegos de los imperialistas. La actual campaña contra el pueblo de Libia es un ejemplo de la mentira vuelta papel de imprenta y la canallada terrorista, una forma habitual de hacer política, publicitada por las agencias mencionadas.
3.- Que el Consejo de Seguridad, sin excepción alguna, y el secretario general de la ONU Ban Ki Moon, son instrumentos incondicionales al servicio del los intereses imperialistas y culpables de múltiples genocidios.
4,- Que sólo la lucha organizada y tenaz de los trabajadores y los pueblos del mundo, destruirá el capitalismo e impondrá un nuevo régimen social de paz y bienestar, al margen de cualquier pacifismo pequeñoburgués.
Mario Rivera Ortiz
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