la racionalidad de "los enfermos".
En su crítica a las tesis del XIX Congreso del Partido Comunista Mexicano comandado por Arnoldo Martínez Verdugo los sobrevivientes de la Liga Comunista 23 de Septiembre denuncian el sesgo democrático que se formaliza entonces en esa parte de la izquierda pequeñoburguesa (perdón por el pleonasmo pero se requiere hacer énfasis) y le anteponen la construcción de la vanguardia por la revolución socialista y la dictadura del proletariado. Avizoran lo que viene, es decir, nuestro presente, cuando escriben, siguiendo a Lenin:
El desarrollo monopólico apuñala a la democracia burguesa; ésta termina por sucumbir. Por tanto, a este nuevo predominio, a esta nueva y última fase del capitalismo, al imperialismo, le corresponde un nuevo periodo político, el cual no es otro que la férrea dictadura de la oligarquía financiera (aunque ésta se disfrace de democrática y hasta de socialista, como en el caso más reciente de Francia.
... Ni una sola esperanza al soñado regreso de la democracia burguesa... es necesario e ineludible, primero, el derrocamiento violento y definitivo de la dominación burguesa y la implantación de la dictadura revolucionaria del proletariado.
Alertan los últimos combatientes de la 23 contra las ilusiones pequeñoburguesas en una democracia pura (la que después les entró a los ex "pescados" convertidos en perredistas por la vía de Enrique Krauze) y denuncian las intenciones estratégicas del PCM por construir una alianza a profundidad "con los que desde posiciones progresistas aún forman parte del partido oficial".
Sería una imprudencia desde el punto de vista teórico afirmar de pie en 2010 que las previsiones de los comunistas de la Liga eran acertadas sin más, pues en el transcurso de 30 años ocurrieron mediaciones sin cuya consideración, como se vio en el camino, resultaba imposible salvar el pellejo... Y el mecanicismo con el que los redactores de Madera hacen uso de la teoría leninista del imperialismo no les permitió a esos comunistas imaginar siquiera las posibilidades de reconfiguración del capitalismo.
El artículo de Madera dedicado al XIX Congreso del PCM critica una de las tesis aprobadas ahí (tesis # 2) en la que los "renovadores" del partido se mostraron particularmente lúcidos y diagnosticaron que
el gobierno... ha definido la forma de enfrentar la crisis con un criterio liberalizador, que asigna a los mecanismos del mercado capitalista la función de reconstruir el trabado proceso de acumulación.
Según los redactores de Madera esta liberalización prevista por el XIX Congreso era imposible en el marco del capitalismo monopolista que dominaba entonces la estructura de la sociedad mexicana y que tanto "pescados" como miembros de la Liga habían diagnosticado para ese entonces. Lejos de cualquier liberalización había que esperar la centralización del capital y el afianzamiento de los monopolios, inluido el estatal. Pero el problema de negar cualquier posibilidad a una salida liberalizadora como la que en realidad se produjo derivaba del "objetivismo" mecanicista de los ideólogos de la Liga que les impidió descubrir en los mismos demócratas del PCM el instrumento subjetivo para hacer posible dicha liberalización del sistema. Los demócratas del PCM, recién legalizados por la reformas políticas reyesherolistas, actuaban como meros representantes de una pequeña burguesía crecida bajo la protección de la "economía mixta", y era la inclusión política de esta nueva fracción de la burguesía en el Estado mexicano el soporte subjetivo para la vía liberalizadora que anunciaban más que oportunamente las tesis del PCM.
La década de 1980 concluyó y, poco después, diciembre de 1990, se produjo la última fracasada ofensiva de la guerrilla salvadoreña sobre la ciudad de San Salvador (el número 58 de Madera, julio de 1981, analizaba los pormenores de la ofensiva del 10 de enero de ese año). Asunto pues que nos incumbe es el proceso guerrillero salvadoreño entre 1979 --con los sandinistas en el gobierno de Nicaragua y el Grupo Contadora encabezado por el Estado mexicano en proceso de reforma-- y aquel diciembre frío de 1990 en que el Farabundo Martí inició un viaje irreversible hacia el Castillo de Chapultepec.
 
 
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