Desde la última vez, estaba lastimado.
Aquellas andanzas no eran las suyas. Le dolía la pierna en la cabeza del fémur, de ahí a la cadera, en ese punto como siempre: ese dolor que de jóvenes nos dio de tanto orgasmarnos y de rucos de solo pensarlo..., en el patín le reventó una ampolla, llegó bien madreado, pues, pero dice que venía por el vagón con una tristeza desesperada, ¡otra vez!, nomás pensando en llegar, de vuelta por María.
Un día que grité ¡María!
saltaron las comadres
... Que si la niña era menor de edad.
Yo sólo quería fumar.
Kalimba
kalimbai.
Pero llegó y encontró a María, la vieja, y pegó un grito.
Corrió hacia la nueva.
--¡Mariquita!
--¡Mariquita!
Olía distinto, ¡puta!, ¡la novedad! Diferente cosecha (¡y sin cocos!).
Jalole pues al marro. Jalole y jalole.
Está más tranquilo.
Pobre vieja, lo tiene que aguantar.
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