Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

21 may 2011

la fascinación del fascismo como intento de estabilizar el Pasado


El Fascismo es la ideología de los potentes, la revolución comunista es la ideología de los impotentes. Potentes e impotentes provisionalmente, se entiende. En el momento histórico en que ello tiene lugar. Los potentes son también verdugos, los impotentes son también víctimas.

Hay un algo absoluto en el pensamiento del potente que quiere estabilizar el Pasado; en tanto que hay algo de precario en el pensamiento de la víctima que quiere destruir el pasado.

En el potente no hay ambigüedad; e igualmente en quienes deciden obedecer al potente y en consecuencia usufructuar, como compensación, el poder. Las víctimas, en cambio, son profundamente ambiguas: su decisión de rechazar el poder que tienen al alcance de la mano para crear otro en un mañana incierto, improbable, con frecuencia idealizado y utópico, no puede dejar de levantar sospechas.

Se puede condenar al potente (por su abuso de poder, su violencia, su agresividad, su vulgaridad) y se puede condenar a los jóvenes que, llegado el momento de la elección, deciden estar del lado de los potentes, servirlos, con la finalidad de tomar parte en el poder, y, poco a poco, acaso convertirse en verdaderos potentes ellos también, pero en todo esto no hay nada que sea sospechoso: diría que es natural. Es más, resulta difícil pensar cómo es posible que a alguno de nosotros se le pueda ocurrir llevar a cabo la elección contraria: vale decir, renunciar a seguir el curso de la vida, que, poniéndose al servicio del poder, con su juventud (empuje), asegura para la ancianidad y vejez prestigio y potencia; y escoger, en cambio, una vida de víctima, excluida del gran banquete paterno del poder, de la repetición gloriosa de la vida como Pasado que se perpetúa.

Pier Paolo Pasolini. Petróleo, Apunte 67.


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