Borracho de libertad, el hombre despierta la cruda nivelado y, así, todavía, no acaba de preguntarse por qué con tantos aires de autonomía esto es una Gran Mierda. A eso le sigue una disquisición erudita de un alumno de León Portilla que está en la mesa, ligado de algún modo al movimiento punk más fresa (!!!), cooptado por los yonquis de Polanco, y explica pausadamente cómo la Gran Caca era un título honorífico entre los tlatoanis mexicas, y acerca de que la necesidad de los perfumes implantara segundos pisos olfativos en la ciudades industriales.
Más dado al internacionalismo, Josué vuelve al paradigma chino del siglo XIII, cuando los campesinos esclavos batían mierda humana de abono de tierras no aptas para vacas.
--Laderas montañosas con terrazas para el arroz --apunta el erudito, y agrega:--, aunque aquí lo que verdaderamente valdría la pena hacer notar es el impedimento geográfico de reproducir el esquema de las ovejas por humanos que denunciaba Tomás Moro.
Por cauces de esa inercia de la costumbre, le tercera chela recae en el tema de la política, y a mi lo de los 88 policías detenidos en Tlaxcala (http://www.jornada.unam.mx/2011/06/25/estados/026n1est) me trae a la mente la víspera de Alberto Fujimori en Perú o La noche de los cuchillos largos en aquel Berlín, y ya sin control de mi propia lengua, siempre más veloz que mi pensamiento, agredo, con la mayor solemnidad fingida de que soy capaz:: "algo que sólo aplaudirían Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda".
Silencio y apretón... ¡Ya! ¡que poco sentido del humor!
Cansado de utopías seguramente, y por mis pies, vislumbro ahora sombras de palomas recortadas en la ventana sobre los muros nublados del Centro. Un par de ellas se acurrucan pico a pico como en el fin de una danza sobre el vacío. Abajo voces de ajetreo. El par de palomas nos espejean. Estamos solos y desnudos frente a frente. Los otros se han ido.
Este año, al verano entramos por una puerta abrupta, de tajo y en un sólo día, el mero día; el cosmos se tornó radicalmente distinto de la prolongada sequía. La humedad adviene con sus cielos de contraste blanco-azul-y gris profundo. Sopló el viento (ojo), a modo de tránsito. Y a la confusión de intensas e inefables pasiones de la primavera sobreviene esa pegazón de la piel que sí calienta.
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