El- Te tengo 2 noticias, una buena y una mala.
Ella - No sé si haya otra, pero me parece que la buena noticia es que estás, que estás bien y que estamos hablando por teléfono.
El- Andale! la buena noticia es que estoy vivo, y la mala es que sufrí un infarto hace poco.
Ella- Vaya! otro? la libraste de nuez, de nuevo, pues... ya van varios... y cuando fue eso?
El- Hace unas semanas, unos días antes de tu cumpleaños... por eso es que no te llamé.
Ella- Si, ya se me hacía raro que no te comunicaras, me preocupé pero no tengo forma de localizarte...
El- Estuve un mes en terapia intensiva, apenas regresé a mi casa hace unos días y sigo en recuperación.
Ella- Oye pues te escucho bastante bien, de excelente ánimo, eh?
El- Claro! Como no tenerlo cuando pude volver a abrir los ojos? Sería una verdadera pendejada no disfrutar la existencia y deprimirme... si así lo hubiera hecho ya estaría bajo tierra.
Ella- A huevo!! felicidades por eso... y como estuvo la cosa?
El- Fue una afortunada coincidencia: me puse mal cerca de un hospital, allí tenía conocidos y me operaron de inmediato, me sacaron un gran coágulo y sobreviví... ahora ni modo, estoy tomando un chingo de medicamentos. Y tu?
Ella- Uf! muy bien, siento mucha energía y ando haciendo varias cosas...
El- Como siempre, y haces bien. Por cierto, me gusta lo que escribes, lo que escriben, el blog me parece genial, un espacio muy interesante.
Ella- Orale! Que bueno que lo lees y te guste... por cierto que tengo pendiente la segunda parte de un texto, el de Notas de historia para el presente...
El- Me da mucho gusto escucharte y saberte bien... ahora que pueda salir nos vemos, no?
Ella- Claro, tú me avisas. Han pasado ya varios años desde la última vez que nos vimos... ya andarás como a la mitad de los sesentas, no?
El- Simón, en la mejor época de la vida, de mi vida, porque es ahora...
Al terminar la llamada, ella reafirmaba que lo que más le cautivaba de él, desde que lo conoció, era su pasión por la vida... y le agradeció, una vez más, de manera profunda y silenciosa, que le compartiera y contagiara su anhelo por vivir. Poco a poco esbozó una amplia sonrisa y, acompañándose a sí misma, comenzó a tararear su canción favorita de la semana.
En eso, llegó de la redacción lo de los niños detenidos en Londres y aceleró el paso para llegar a leer las noticias. Entonces no solo tarareó, se sintió de pronto acompañada por miles, de Chile también, y comenzó a cantar con fuerza por las calles aquella del gallo...
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