Luego de dos años en la Torre, me levanto sin trabajo entre la liberación y el miedo, sentimientos bipolares que marcan por ahora cada uno de mis actos. Tal es la dialéctica en la que la liviandad se tensa y acaricia en su devenir lo sólido, en tanto que el miedo se acelera para transformarse en el vértigo apasionado que está a cada instante por lanzar un grito de furia, un alarido de batalla.
Lo que existe, sí, es una contradicción constante que se vuelve enfermedad si vence el miedo, y que sólo termina con la muerte, esto es, con el triunfo absoluto de la enfermedad, aunque no sea indiferente su manera de vencer.
Hasta la última batalla contra la muerte --cuando ello suceda-- deberá redituar placer harto. Si no, ¿cuál sería el caso?
Por lo pronto, ya con los dos pies de nuevo en pleno desempleo, celebro los acontecimientos con mis camaradas de ruedo y en primer lugar con los estudiantes chilenos.
¡Vivan los estudiantes conscientes!
¡Vivan los estudiantes politizados!
Se forja en las batallas de hoy el partido histórico de la revolución comunista en América Latina. Con la memoria histórica de la experiencia socialista durante el gobierno de Salvador Allende sobre sus espaldas, cargando en su legado las batallas de los mineros andinos, los estudiantes chilenos hacen las veces de ariete, de partido y de vanguardia de todo el movimiento liberador latinoamericano.
Todos los niños y muchachos de primarias y secundarias confinados en las escuelas del continente no pueden sino mirar con simpatía a los estudiantes chilenos. También los camellitos prisioneros en las cárceles de exterminio.
Luego, también, ponemos punto final a ese falso debate entre fariseos sobre si "los movimientos" deben o no recurrir a la violencia. Debate entre fariseos cuando la realidad diversa señala en Londres la otra faceta de los movimientos juveniles en los barrios de inmigrantes, la misma de la banlieue en Francia y sectores semejantes en las ciudades de Grecia e Italia. Todo esa energía social en contra del orden debe ser recuperada por la vanguardia comunista en las luchas que ya llegan.
Como se ve, la enfermedad está lejos de imponerse y lo que queda por delante es una luminosa perspectiva en que la intensidad de la contienda será proporcional al goce de estar inmerso en ella. Como se ve, el ruedo es amplio y el capote está en nuestras manos.
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