Despertar el viernes por la tarde y capturar la disponibilidad de sentarme frente a la pantalla a ver ‘La’ peli.
Submarino, dirigida por Thomas Vinterberg, nacido en Copenhaguen, Dinamarca, en 1969.
Yo en calidad de mero observador. Ser atrapada y conducida por alguien más, encontrar en uno mismo lo que se está viendo.
La historia de dos hermanos inmersos en un mundo putrefacto, una madre alcohólica, un mal comienzo… ¡qué angustia llegar al final!; del niño al adulto, de lo frágil a lo terrorífico. Pero la figura del niño es siempre esperanzadora.
Hombres dañados -y contrariamente a otras opiniones que plantean que el tema trata de una familia disfuncional, en mi análisis leo una sociedad enferma que genera relaciones patológicas destructoras de la razón como la voluntad, en donde mercancías históricas tienen una distinta función/significado, en este caso las drogas, el alcohol y el sexo. Que en otros momentos se han planteado como liberadores. El valor de uso que se les da en esta sociedad va encaminado a una autodestrucción; mercancías que ayudan a destapar nuestro sifón lleno de mierda.
Esta sociedad concreta como punto de error.
Ellos (los personajes de la película) son los que caen al vacío en ese momento, el problema es que no hay quién los levante. No existe relación externa a ellos que tenga la capacidad de sacarlos del hoyo negro (el de la disfuncionalidad). Ni el Estado, ni la institución, ni la comunidad, ni la familia, cómo pedirle al insignificante individuo.
Todos los personajes dentro de la constante de la insatisfacción, la miseria humana, ningún ente en el largometraje se salva de la frialdad y la indiferencia. Porque a pesar de que se presentan algunos en otra sintonía, parecen no tener injerencia en las descomposiciones contiguas, ninguna posibilidad de acción
Película de verdad recomendable en su forma, fotografía de calidad, actuaciones extraordinarias y la monumentalidad de hacernos pasar por fibras emotivas en todos y cada uno de los cuadros de dicho film.
*****
Grandes actuaciones, tanto de los personajes adultos como de los niños.
Se podría ir por la línea del psicoanálisis freudiano, pero la necesidad de contextualizar a los personajes es más imperiosa. Personajes en ambientes “rudos”, cuyas vidas están hechas añicos, dependientes de las drogas y el alcohol, fríos, trastocados en su capacidad de amar.
Una sociedad que ha parido individuos que han perdido su capacidad de vivir. Medio hostil. Sociedad enferma, en donde el sexo está convertido en violencia y destrucción.
Por otro lado “el fin de la infancia”, la película presenta a unos niños que viven experiencias muy duras, que los dejan marcados para su vida adulta, sobre todo en sus relaciones sexuales.
Una sociedad que suprime la infancia en los niños y los hace adultos enfrentando la realidad con más mesura y con gran capacidad de entender y amar, ¡como sabios!
Una cinta del 2010, con un manejo del tiempo no lineal. A pesar de ser una cinta de largometraje no suelta tus emociones ni un segundo, te agarra de ellas hasta el final. Viviendo con fantasmas, huyendo de la realidad que se les impone, juega con ellos, como individuos sin razón de vivir más que la propia existencia, quitándoles su voluntad.
En el film los niños pierden su infancia, que los marca para toda la vida, y ellos se “empoderan”.
Nada que ver con lo que me remitía el título.
No hay comentarios:
Publicar un comentario