"¿Qué sentido tienen las vidas de la gente que halla en torno, el tráfago sin objeto, las risas, la ambición de dinero, las estúpidas satisfacciones animales? Mediante el ejercicio de un poco de inteligencia puede clasificar fácilmente a los viandantes según tipos; puede conjeturar su condición social, sus hábitos y sus preocupaciones. En un fugaz instante recorren la infancia, la juventud y la vejez; y luego se desvanecen. En lo puramente fisiológico, ninguno, por sí solo es interesante. Si uno se adentra en las mentes de esas personas, lo que se descubre es el puro sinsentido. No sospechan siquiera que nada les pertenece, que todo es parte de su formación histórica, tanto sus ocupaciones como sus ropas, sus gestos y expresiones, y sus creencias e ideas. Son la fuerza de la inercia personificada, víctimas de la ilusión de que cada individuo existe como un yo.
...
Que se abra camino a un hombre nuevo, a un hombre que, en vez de someterse al mundo, lo transforme de arriba a abajo. Que se le deje crear una formación histórica, en vez de someterse a su yugo. Solo así podrá redimirse del absurdo de su existencia fisiológica.
...
El culto que se ha convertido en la fuerza motriz de las sociedades contemporáneas no tiene nada que envidiar, en su locura, a los imperativos más crueles de la magia primitiva: el culto del oro".
Milosz Czeslaw. El pensamiento cautivo. Ediciones Orbis, S.A. Barcelona, 1981
No hay comentarios:
Publicar un comentario