Practiquemos regularmente el ejercicio de distanciarnos de lo "normal" para analizarlo. Vista de lejos, la normalidad no parecerá tal. Miremos críticamente la sociedad, así nos daremos cuenta de que nuestro mundo - tal y como lo conocemos- es un absurdo y está de cabeza... pero podemos cambiarlo.

24 feb 2012

de box

Insertos en la multitud, sudamos cada mañana un par de horas, aparte de subvertir el orden por el sólo hecho de que sea gratis. Una burbuja en el parque, de encuentros y de a Pïpila, que pone en jaque --con el puro sudor que escurre-- el deporte como mercado. Y se vienen las ocurrencias sobre el empeño de los Aerobics capitalistas para que el ejercicio al aire libre resulte una nociva inversión y los deptos sean estrechos (¡si deben ser los mismos que venden coches!).

Planeamos la pelea mientras aprendemos, perseverantes, la técnica y fortalecemos nuestra resistencia.

Si no tiras golpes te suspenden la pelea. Pierdes por mariquita. Pero no es lo mismo tirar para adelante que cuando retrocedes, y eso depende de la fuerza en cada momento. Si el enemigo es más fuerte y pega más duro, será preciso golpear dando un paso atrás, saber esquivar su andanada, obligarlo a tirar con todo y hacerlo que falle. Aprendemos también el arte de ir al frente con el movimiento de vending, a lo Julio César, pero también escurrirnos como Mohamed. Flotar y picar para ir minando. Poner toda la condición y la inteligencia, que no se riñan entre ellas.

El primero es round de estudio. Al menos se intenta. No siempre es posible cuando son grandes las desventajas. ¿Cómo responde a la defensiva frente a nuestras fintas? ¿Con qué armas cuenta al ataque? Se miden las fuerzas. Se intuye una estrategia. Aparte que no es lo mismo si el otro es zurdo o derecho. ¿Cómo imponer el rumbo del giro? ¿Cómo usar nuestros instrumentos cuando cambia el giro?

Con las manos lastimadas terminamos la jornada, de darle al bulto. Ahí aprendemos que la alegría suda.

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