Nuestra clase -como todo lo que existe- es histórica, y la historia de nuestra clase -como toda la historia de la sociedad humana (exceptuando el comunismo primitivo)- es una historia de lucha entre clases sociales. Hasta ahora, a pesar de innumerables intentos, la clase de los desposeídos y explotados nunca ha sido finalmente la vencedora. Siempre los rebeldes de la clase oprimida han sido aplastados, sometidos y asesinados.
En éste hoy que nos toca vivir, tenemos la opción de continuar con ese trabajo colectivo histórico de clase. Aprendiendo de las experiencias, podríamos evitar el camino de siempre: ir detrás de otras clases y sus intereses en los movimientos. En vez de eso, por primera vez y finalmente tomar nosotros la bandera de la revolución y no pararla sino crear y construir en ella la nueva sociedad.
Como dijo hace unos días el bueno del “Chore”:
Almas rebeldes ¡Griten más fuerte! ¡Despiértense!
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