Los pobladores de Motozintla, Chiapas, dieron en el blanco cuando en una acción contra el fraude electoral liberaron a los presos en la cárcel del municipio. No podemos dejar pasar esta acción de masas dentro del territorio zapatista que denota una inteligencia y sensibilidad colectivas dignas de apuntar: los prisioneros son rebeldes y explotados cuya liberación es un activo y una potenciación para el movimiento revolucionario.
Por otro lado, decía Nacho, el capitalismo desarrolla poderosas fuerzas destructivas –que no productivas— cuya lógica actúa a modo de reorganizadora del modo de producción, de lo cual resulta que las cárceles-fábricas postmodernas que se privatizan según el modelo yanqui fungen como centros productivos nodales en el nuevo modo de producción. Vamos, había que empezar por cambiar todo el lenguaje. "Modo de destrucción", "centros destructivos".
Los prisioneros sin derechos son materia prima de trabajo esclavo, un trabajo con características meramente parasitarias y destructivas; como si las nuevas ramas de oficios en la producción del “crimen organizado” jugaran a la vez el papel de espacio para la experimentación de los nuevos sujetos biopolíticos al servicio de la acumulación capitalista a sangre y fuego.
A cualquier abusadito en el mercado, o sea cualquier policía con instinto en la sociedad de “o jodes o te joden” se le ocurrió ya la conexión entre estos penales privatizados y el flujo de trabajo migratorio (e ilegal) a través del trabajo literalmente impago dentro de las prisiones y la industria de la muerte para el mercado de órganos.
De ahí que los actos en el poblado de Motozintla deberían generalizarse. Y la organización de estos actos está en manos de los familiares de los reos. En su voluntad de liberarse.
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